Como sabemos, las personas experimentamos diferentes tipos de pérdidas que generan en cada uno de nosotros estresores o situaciones que pueden llegar a cambiar nuestra vida.
Cuando una persona no está preparada para afrontar la perdida, cualquiera que esta sea, experimentará sin duda cambios en su vida, ya sean de readaptación, de aceptación, de culpa, de dolor, de enojo y hasta de negación. Estos cambios muchas veces generan en la persona afectada sentimientos de vacío o soledad.
VIctor Frankl, padre de la tercera escuela Vienesa de psicología (la primera es el psicoanálisis de Freud, que defendía que los trastornos de personalidad tenían una base sexual y la segunda es la escuela Adleriana, que habla de una psicología individual que sostiene que uno de los mayores retos de las personas es superar el complejo de inferioridad forjado en su infancia) de psicología llamada LOGOTERAPIA (que centra su atención en el significado de la existencia humana, así como en la búsqueda de dicho sentido, es decir, la búsqueda de la trascendencia de la persona), decía: “EL QUE TIENE UN PARA QUE, ENCUENTRA UN COMO”.
Porque todo el mundo sufrimos perdidas, pero lo único que siempre podemos controlar en nosotros mismos es nuestra actitud ante esas perdidas. Estas pérdidas producen en nosotros, por lo general, sentimientos de soledad y vacío.
Cuando hablamos de vacío, nos referimos a ese vacío existencial que se puede experimentar en el momento en que estamos viviendo nuestra pérdida, este vacío existencial no es mas que la perdida del sentimiento de que la vida es significativa.
Hoy en día muchos jóvenes sufren de este vacío existencial ya que aquello que Schopenhauer (filosofo Alemán 1788-1860) decía “la humanidad esta condenada a bascular eternamente entre dos extremos de la tensión y el aburrimiento”, hoy en día sigue siendo una realidad. Los jóvenes por lo general desean hacer lo que otros hacen (conformismo) o hacen lo que otras personas quieren que hagan (totalitarismo). El hastío, es hoy un problema tan grave como el estrés. Estos problemas se hacen cada vez mas críticos ya que los jóvenes se mantienen conectados y automatizados en diferentes aspectos de su vida que les generan estos espacios de tiempo libre que no encuentran como llenarlos de una manera sustancial, es decir, significativa. Esto ha hecho que los índices de suicidio vayan en aumento.
Esto mismo sucede también entre las personas jubiladas y de la tercera edad.
Las pérdidas, por lo general, provocan en nosotros, un sentido de vacío o soledad en el que somos nosotros mismos los únicos responsables de acrecentarlo o aceptarlo como tal, depositarlo en nuestra vida y hacer todo lo que podamos, por continuar viviendo la vida que todavía seguimos teniendo.
La soledad es uno de los problemas mas importantes del alma humana que nos afecta a todos, independientemente de nuestra situación intelectual o económica. No existe ninguna persona que no haya experimentado en su propia piel este estado particular de soledad que muchas veces resulta doloroso. La soledad surge ante los problemas con las relaciones humanas. El miedo a la soledad es natural y comprensible, pero a menudo se convierte en una fuente de decisiones erróneas, estados psicológicos verdaderamente tortuosos y desaciertos motivados por razones diversas y discutibles.
Esto es porque no entendemos que también la soledad puede convertirse en el estado ideal de las personas. Según Schopenhauer, las personas buscan estar acompañadas porque no se encuentran bien consigo mismas. el decía “la soledad es el destino de todos los espíritus excelentes” la soledad es un privilegio de las personas fuertes que aman muchas cosas de la vida y disfrutan la soledad porque la convierten en una fuerza poderosa e intensa que los llevará a estar preparados para compartir su vida con los demás.
Cuando experimentamos una pérdida, la soledad y el vacío pueden convertirse en nuestros mejores aliados. La soledad porque si la vivimos conscientemente como una oportunidad para aprender a conocernos en este aspecto de la vida y trabajar una introspección sobre qué es lo que esta pérdida me está dejando, nos ayudará a completar nuestro proceso de una manera mas asertiva.
Y el vacío, porque este puede llevarnos a propuestas nuevas sobre quién soy, para que estoy aquí en la vida, y que es lo que quiero empezar a dejar a mi alrededor con el objetivo de trascender.
Cuando experimentamos una perdida, nuestra actitud no debería de ser preguntarnos ¡porqué! Si no, mas bien, ¿para que?
Las perdidas en nuestra vida, aunque nos cueste reconocer lo difícil que estas son, es necesario comprender que también representan una nueva oportunidad para nosotros. Es un momento bueno para hacer como que nos mostramos ante un espejo y nos preguntamos ¿QUIEN ES ESA NUEVA YO?, que oportunidades me da este nuevo estatus de vida. Que puedo aprovechar y que debo dejar a un lado. ¿Estoy lista para continuar?