Vivimos en un mundo donde pareciera que las palabras “ganar” y “éxito” son una obligación o deberían de ser garantía de nuestro crecimiento y nuestro desarrollo; mientras que tan solo escuchar, ya no digamos hablar, sobre la pérdida, es algo que ni siquiera nos planteamos. Es como si hablar de pérdida fuera un sinónimo de algo a lo que no tenemos derecho. Sin embargo, la pérdida es algo que es inherente a nuestra existencia. En el transcurso de nuestra vida, nuestro propio crecimiento, conlleva pérdidas. Por ejemplo pasar de la etapa de recién nacidos, a ser infantes que empezamos a caminar para después ser niños que perdemos la infancia para pasar a la adolescencia y así sucesivamente.
La pandemia del año 2020 nos hizo experimentar a muchos diversos tipos de pérdidas al mismo tiempo donde el tener que trabajar desde casa, no poder socializar, no poder abrazar a nuestros seres queridos, perder el trabajo, tener que cambiar de casa, perder la salud y hasta perder a un ser querido por haberse contagiado se convirtieron en las pérdidas comunes. Pero al tener que vivir muchas de estas simultáneamente hicieron que confundidos empezaramos a cuestionar nuestra salud mental, pues dificilmente estamos educados en el tema del duelo.
Perdemos siempre y perdemos mucho. Estas pérdidas incluyen renuncias conscientes e inconscientes de sueños, de esperanzas no alcanzadas y de ilusiones que no hacemos realidad.
A lo largo de nuestra vida nadie nos prepara para las pérdidas a pesar de ser algo a lo que nos enfrentamos todo el tiempo. Y con estas pérdidas vivimos ¡duelos! SI! Exactamente igual que los duelos que vivimos cuando perdemos a un ser querido. Y entonces empezamos a realizar que todo lo que sabemos o hemos aprendido del duelo, se deriva de una de las pérdidas mas importantes que todo ser humano, tarde o temprano enfrentamos.
Conocer un poco más todo lo que implica enfrentar un duelo, hará que nuestro proceso y nuestro paso por esta realidad sea más sencillo.
El duelo es un tema que se ha estudiado durante los últimos 50 años, diversos e infinitos autores han escrito sobre el tema, cada uno proponiéndolo bajo su punto de vista, lo que es importante, ya que cada persona somos únicos y tenemos una manera propia de ver y entender la vida, ya que el duelo es una experiencia que se vive individualmente.
Quizás hayas escuchado sobre las etapas del duelo, que una de mis grandes maestras, Elizabeth Köbler-Ross investigó y propuso a principios de los años 80. La psicóloga y autora de muchos libros nos propone la negación, el cuestionamiento y/o la culpabilidad, el enojo, la tristeza y la adaptación, como estas etapas por las que un enfermo en fase terminal vive, exactamente en ese orden y pasando de una etapa a otra. Más tarde diferentes psicólogos proponen que estas etapas también las viven todas esas personas que nos quedamos viviendo el duelo de haber perdido a un ser querido, sin embargo, en esa situación el sobreviviente experimenta estas etapas pero sin un orden determinado, y pasará de una a otra quizás sin notarlo, y repetirá el proceso sucesivamente hasta que después de haber reconocido dichas etapas y haber expresado todas esas emociones que le provocaron, completará su duelo. Mas tarde se empieza a hablar de una sexta etapa de duelo que se llama “Darle un significado”, que para mi resulta la mas importante de todas.
Crecemos siempre atados a nuestros recuerdos, y creemos que todas las dificultades que enfrentamos se derivan quizás de aquel padre que nos golpeaba, o de aquella madre que se hundía en un egoísmo disfrazado de amor, o de aquel padre ausente o esa madre sobreprotectora. Y no nos damos cuenta que si bien somos el resultado de estas experiencias, no solo lo es en el sentido negativo, ya que todo esto nos ha formado un espíritu fuerte y una voluntad firme. Realizar esto nos facilita el aprender a darle un significado a todo aquello a lo que la vida nos obliga a renunciar.
Quienes menos han perdido, de todas maneras, han perdido mucho. Es importante aprender a recorrer nuestro propio camino de las pérdidas, donde existe mucho trabajo por hacer, desde sanar las heridas que se producen por los cambios que se dan cuando dejo de tener esto o aquello o a quién para mi era importante, hasta la adaptación que debo hacer en mi vida para poder continuar. Perder es necesario para vivir y poder determinar nuestra personalidad y la manera en que hemos decidido vivir nuestra vida.
Renunciar a lo que ya no está, es madurar. Madurar es crecer y crecer duele. Pero crecer nos ayuda también a continuar. Necesitamos ser valientes y leer y releer todas las paginas de nuestra vida para poder pasarlas, dejarlas atrás y entender que eso no significa olvidar, simplemente es aceptar.
Aprendamos sobre las pérdidas, como enfrentarlas, como adaptarnos a ellas y como lograr continuar.